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viernes, 29 de marzo de 2024

 👣UN CAFECITO NUEVO CADA MAÑANA👣       

           🍮 29 de marzo de 2024🍮

 

Mateo 27:59-61

Y tomando José el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia, y lo puso en su sepulcro nuevo, que había labrado en la peña;


El significado práctico: "Es una ilustración emocionante del poder liberador de la muerte de Cristo".


Esto puede verse, si observamos el ejemplo de José de Arimatea. De él se dicen dos cosas importantes: 1) "... José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, secretamente por miedo de los judíos" (Juan 19:38). 2) José de Arimatea "... vino osadamente, y pidió el cuerpo de Jesús" (Marcos 15:43). ¿Por qué ése cambio de aptitud de José? Lo mismo podría preguntarse de Nicodemo, el que vino a Jesús de noche. Tanto José como Nicodemo, eran por lo general precavidos, tímidos y prudentes. Los dos rompieron las ataduras de su propia naturaleza cobarde, se enfrentaron a la realidad, desafiaron los obstáculos y los riesgos, y triunfaron. Es pertinente preguntar:  ¿Por qué lo hicieron? ¿Cómo ocurrió éso? ¿Qué clase de poder es ese que puede cambiar la naturaleza misma de un hombre y hacerlo una nueva criatura? ¿Cuál es el toque que rompe las cadenas de la cobardía, inflama el corazón de devoción hacia otro y conduce a actos de gloria eterna? Hay una sola respuesta para todas esas preguntas: el poder, el toque milagroso, y la fascinación misma de la cruz. Como lo expresó el piadoso Simeón: "...He aquí, éste está puesto para caída y para levantamiento de muchos en Israel, y para señal que será contradicha (y una espada traspasará tu misma alma), para que sean revelados los pensamientos de muchos corazones" (Lucas 2:34-35). José de Arimatea probablemente contempló el acto de la crucifixión de Jesús. Había sido atraído a Jesús de Nazareth por la gracia y el poder de sus palabras y, seguro, una chispa de fe prendió en su corazón. La débil fe que le había hecho permanecer como un discípulo secreto de Jesús fue avivada y transformada en una llama por el acontecimiento de la cruz. Y llegó el día, cuando José de Arimatea y Nicodemo se detuvieron debajo de la cruz, y contemplaron en los sufrimientos de Jesús su propia culpa; porque Jesús no sufría por su propio pecado. El Dios santo y omnipotente permitió que la única persona impecable sufriese y muriese a manos de hombres inicuos, como un sustituto penal por otros. Tanto José de Arimatea como Nicodemo fueron apresados por el amor irresistible y el poder soberano de Jesús el Mesías. Sus vidas fueron transformadas. De temerosos y apacibles discípulos secretos, pasaron a ser hombres valientes que desafiaron la crítica y el desprecio de sus compatriotas y siguieron a Jesús de Nazareth. Continuará.


🎵Dejo el mundo y sigo a Cristo,

Porque el mundo pasará;

Más su amor, amor bendito,

Por los siglos durará.🎵

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