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       🍮27 de julio 2022🍮

 

Nehemías 13:23-24

Vi asimismo en aquellos días a judíos que habían tomado mujeres de Asdod, amonitas, y moabitas; y la mitad de sus hijos hablaban la lengua de Asdod, porque no sabían hablar judaico, sino que hablaban conforme a la lengua de cada pueblo.

Algunos sacerdotes y gente del pueblo se habían casado con mujeres paganas de la tierra en violación a la ley de Moisés, en contra de las anteriores reformas hechas por Esdras, quien había hecho que se divorciaran de tales mujeres y despidieran a sus hijos, y en contra de su propio compromiso que, en aquella acasión hicieron diciendo que harían como en el libro de la ley está escrito, como lo registra Esdras en el libro que lleva su nombre. El profeta Malaquías habla en contra de éste pecado. Asdod era una ciudad de amonitas y moabitas. Y hasta un hijo del sumo sacerdote Eleasib, nieto del sumo sacerdote Joiada, pecó contrayendo matrimonio con una hija de Sambalat horonita. También el profeta Malaquías, en su libro, reconoce la impureza dentro del sacerdocio. Entonces, Nehemias riñó con ellos, y los maldijo, e hirió a algunos de ellos, y les arrancó los cabellos, y les hizo jurar, diciendo: "No daréis vuestras hijas a sus hijos, y no tomaréis de sus hijas para vuestros hijos, ni para vosotros mismos". Y les dijo: ¿No pecó por esto Salomón, rey de Israel? Bien que en muchas naciones no hubo rey como él, que era amado de su Dios, y Dios lo había puesto por rey sobre todo Israel, aun a él le hicieron pecar las mujeres extranjeras. ¿Y obedeceremos a vosotros para cometer todo este mal tan grande de prevaricar contra nuestro Dios, tomando mujeres extranjeras? Y Nehemias ahuyentó de sí a Eleasib. Y rogó: "Acuérdate de ellos, Dios mío, contra los que contaminan el sacerdocio, y el pacto del sacerdocio y de los levitas". Así, Nehemias los limpió, de todo extranjero, y puso a los sacerdotes y levitas por sus grupos, a cada uno en su servicio; y para la ofrenda de la leña en los tiempos señalados, y para las primicias. Y rogó: "Acuérdate de mí, Dios mío, para bien". Así concluye el libro de Nehemias.

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