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🍮 13 de noviembre de 2025🍮
JUAN 6:1-15
Pero entendiendo Jesús que iban a venir para apoderarse de él y hacerle rey, volvió a retirarse al monte él solo. (JUAN 6:15)
La declaración del pueblo, hecha a continuación de que Jesús sanara a los enfermos y llenara sus estómagos, reveló qué buscaban ellos en un mesías. Querían un libertador terrenal, alguien que satisficiera sus necesidades físicas—comida y salud estaban en la parte superior de la lista—, además de librarlos del odiado yugo de la opresión romana. Por eso, iban a venir para apoderarse de él y hacerle rey. Teniéndolo por proveedor, nunca les faltaría comida y tendrían la posibilidad de ser sanados de toda enfermedad. Podían ir a Jerusalén, derrotar a los romanos y establecer el mejor sistema de bienestar social. Sin embargo, Jesús se negó a que lo hicieran rey por la fuerza en esos términos egoístas (y carentes de arrepentimiento). Por consiguiente, envió a los discípulos en barca (Mt. 14:22; Mr. 6:45), dispersó la multitud (Mt. 14:23; Mr. 6:45- 46) y volvió a retirarse al monte él solo. Jesús no consiente caprichos o fantasías. Él no vino a los hombres en esos términos humanos. Las personas no pueden manipularlo para sus fines egoístas. Algunos evangelistas modernos, en un intento de ser “buscadores amistosos”, presentan a Jesús ante los incrédulos como una solución rápida de necesidades básicas de salud, riqueza y autoestima; presentándole en un mercadeo superficial de proveedor de todo lo que quieren los incrédulos. Pero ese es el mensaje del evangelio al revés. Las personas no llegan a Cristo en esos términos; no para que restaure sus relaciones rotas, no para tener éxito en la vida, no para ayudarlos a sentirse bien con ellos mismos. En su lugar, deben ir a Él en los términos de Él. Jesús ama a los creyentes con misericordia y les concede un legado rico en gozo (Jn. 15:11), paz (Jn. 14:27) y consuelo (2 Co. 1:3-7). Pero al mismo tiempo hace un llamamiento a los pecadores para que lloren su pecado (Mt. 5:4), se arrepientan (Mt. 4:17) y le reconozcan como el Señor soberano (Ro. 10:9; cp. Fil. 2:9-11), a quien le deben completa obediencia (Jn. 14:15, 21; 1 Jn. 5:3). También hoy sigue alejándose de quienes lo buscan para sus fines egoístas, tal como lo hizo con la multitud que lo buscó para hacerlo rey en los términos de ellos. Y, como quedará claro más adelante en el capítulo 6, aleja a otros con las duras exigencias del evangelio (v. 66).
🎵Eres el Rey eterno coronado con poder, y de tu gloria llena la tierra hoy está 🎵
http://uncafecitonuevo.blogspot.com
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